GOLPE DE ESTADO EN VENEZUELA

 “Maduro acaba de dar un auto golpe de estado, declarando suspendidas todas las garantías constitucionales. Toque de queda de 19 a 06 horas”.

     Vislumbro que esos titulares serán portada obligada de los medios de comunicación más temprano que tarde.

     Venezuela es hoy una dictadura atípica con una careta de demócrata. Figura útil para el partido gobernante de ese país (PSUV) mientras su institucionalidad (legítima o no) les permitían ganar en las urnas el control político del país. Hoy ya no se lo permitirá. Las condiciones han cambiado.

·         Sólo 2 de cada 10 venezolanos apoya la gestión del Presidente Maduro.

·         Se han cansado del desabastecimiento, la inflación, la inseguridad ciudadana y la polarización que han causado las medidas gubernamentales (en Chile sabemos de eso).

·         De la forma autoritaria que se ejerce el poder y el sometimiento de los poderes del estado al gobierno. Los militares incluidos.

·          Que los opositores sean acusados de traición,  golpistas, apresados y encarcelados. 33 alcaldes opositores están en procesos judiciales. El último, el de Caracas, Antonio Ledezma, a quien Maduro le quitó el poder al ser elegido nombrando un cargo estatal sobre él que asumió gran parte de sus atribuciones. Así se hacen las cosas en Venezuela: democráticamente si conviene; autoritariamente si no.

·         Y para exacerbar los ánimos, el bárbaro asesinato de Kluiverth Roa (14 años) en manos de la policía bolivariana: un tiro en la cabeza a boca de jarro.

     La dramática baja del precio del petróleo ha empeorado las cosas: ya no están  los cuantiosos recursos que dispuso Chávez, no sólo para mitigar la crisis interna, sino para financiar a países que abrazaran la causa  bolivariana. Son varios.

     En Venezuela debería haber elecciones de la Asamblea Nacional (Congreso) este año. El PSUV debería perder estrepitosamente si las elecciones se hacen limpiamente.

          Pero no ocurrirá: Maduro debe dar un golpe de estado para evitar que la democracia, que le ha servido de pantalla, derrumbe en mil pedazos la “Revolución Bolivariana”. Eso no puede permitirlo.

     Está preparando el terreno, acusando, en una febril paranoia, a los opositores de estar complotando para destituirlo del poder. Dirá frente al mundo que se vio obligado ante los intentos de desestabilizar el gobierno legítimamente electo.

     Hace pocos días dio un paso más: anunciar que  están considerando declarar como ilegales los partidos de la oposición por actuar fuera del margen de la ley.

     Esa es la salida que le veo a Maduro: Auto golpe de estado.

Chile en ese cuadro

     La oposición (derecha) pide que el Gobierno que tome acciones concretas para denunciar la violación de derechos humanos en Venezuela. El Gobierno declara que “Está disponible para facilitar un entendimiento entre las partes que permitan que Venezuela pueda vivir en paz”. Es lo que corresponde: El Estado de Chile no puede tomar partido y pronunciarse como tal en problemas internos de otro país. Otros gobernantes lo hacen, Evo Morales entre ellos. Chile no debe hacerlo.

     La condena a la forma como se ha llevado el proceso bolivariano parece ser transversal en Chile: tanto por personeros de la Nueva Mayoría (con excepción del Partido Comunista, ferviente admirador del chavismo) y obviamente de la oposición. Hay una salvedad: el senador Alejandro Navarro: es abiertamente partidario y defensor del proceso venezolano. Tiene derecho a tener esa opinión. Y yo a lamentar que una persona con esas convicciones sea parte del Senado Nacional.