domingo, 6 de noviembre de 2016

Mí fallida lógica


     Respecto a dos importantes acontecimientos  mundiales recientes, mi lógica me ha jugado una mala pasada.

El BREXIT

     La creación de la Unión Europea en 1993, siempre me pareció el más titánico esfuerzo de países en pos de una integración pacífica y consensuada.

     Cuando se empezó a hablar del proyecto, sentía que era un sueño casi imposible de hacerlo realidad. Libre tránsito entre los países, libertad de trabajar y vivir en cualquiera de ellos, libre comercio, un marco regulatorio común, una moneda única (excepto UK)… Impensable hace 30 años atrás.

Y se logró: hoy la conforman 28 países (hacer clic para ampliar).
     Su formación significó renunciar a parte de la autonomía de cada estado   para determinar sus políticas internas. Y eso incomodaba a algunos.

     El Reino Unido era quien más argumentaba desacuerdos. De hecho, no aceptó el euro como moneda.

     Para zanjar la discusión, el primer ministro Cameron decide llevar la decisión de permanencia del Reino Unido en la Unión a un plebiscito, con la seguridad que tendría el apoyo mayoritario. Salirse parecía una locura.

     Lo mismo me pareció a mí, en base a la razón y la lógica. Pero no fue así, y el pueblo se pronunció (52%), contra mi lógica y lo que decían las encuestas, por abandonar la Unión Europea.
     El plebiscito no tiene carácter vinculante: incorporarse a la Unión fue aprobado por el Parlamento Británico y la salida, debe ser autorizada por la misma instancia, lo que no ha ocurrido aún.

     Cameron renuncia.

Acuerdo de paz entre Colombia y las FARC

     Más de 50 años de guerra interna: 220.000 muertos, inseguridad generalizada, desaparecidos, desplazados, secuestrados… Guerrilla y contraguerilla. Violaciones, reclutamiento de menores, y el comercio de la droga para su financiamiento con la secuela de corrupción y muerte que ello significa.

     El presidente Santos se propone poner fin a esa angustiante situación (intentos anteriores fracasaron).

     Unos 4 años de negociaciones, parte de ellas secretas, y con Chile como uno de los veedores, se llega a acuerdo. Con bombos y platillos, frente y con la participación de la comunidad internacional, se firma el Acuerdo de Paz el 26 de septiembre de 2016 en Cartagena de Indias.
     Complicado acuerdo, en que las partes debían renunciar a aspectos que le eran caros. El gobierno a la aspiración de justicia y reparación por los crímenes cometidos. Las FARC a abdicar de la lucha por destruir el sistema imperante y deponer y entregar las armas. Pero esas renuncias eran por lo menos conceptualmente necesarias en pos del objetivo común: LA PAZ.

    Mi lógica (y las encuestas) indicaban que el acuerdo sería bienvenido por los colombianos, pero nuevamente, éstas se vieron derrumbadas por la realidad: en un plebiscito refrendatorio llamado con posterioridad a la firma (un error táctico al parecer), con una escasa participación (37%), los votantes lo rechazan por un estrecho margen: 50,23%.

Elecciones presidenciales en USA

     Serán este martes.

     Cuando en las postulaciones de candidatos por el Partido Republicano se presentó Donald Trump, me pareció un chiste de mal gusto. Un personaje con aspiraciones de figuración enfermiza, de un peligroso populismo, no podía ser otra cosa que una humorada. Y ya sabemos: ganó la nominación.

     Por otro lado, la candidata demócrata, Hillary Clinton, no concita un fervor masivamente popular y ella y su familia tienen una historia un tanto cuestionable.

     Más parece ser una elección “en contra de” que “a favor de”.
     Los sondeos de opinión, con altos y bajos, se inclinan a favor de Clinton pero dentro del considerado “margen de error”.

     Alguien con la estructura mental, la personalidad y el discurso de Trump, no puede ser presidente de la primera potencia mundial, con un electorado mayoritariamente instruido e informado. Eso me dicta mi lógica.

     Espero que, como en los dos casos anteriores, no esté nuevamente equivocada.