domingo, 29 de septiembre de 2013

Sr Lagos: ¿por qué dijo eso?

     Hoy estoy de mala leche con los políticos.
     Dos casos como justificación:

Los dichos del ex Presidente Lagos.

     A raíz del centro penitenciario Cordillera, creado bajo su administración el año 2004, en una entrevista en televisión, el ex presidente expresó:

“Yo puedo responder por el período de un año que hay bajo mi administración. Lo que me sorprende es que ya llevamos 3 años y medio del actual gobierno y nadie había reparado en estos privilegios que no están establecidos en ninguna parte y que son violatorios de las normas”.

     No me voy a referir a la lógica de la creación de ese penal, a su implementación y establecimiento de los conocidos privilegios y a su reciente cierre. Sino al hecho de la práctica habitual de la mayoría de los políticos de presentar las cosas según sus propios intereses, con absoluta prescindencia de recato y una razonable dosis de equidad.  
     ¿Por qué mencionar los 3 años y medio del Presidente Piñera y no los 4 años de la ex Presidenta Bachelet, donde no sólo no se reparó en  esos privilegios, sino donde fueron establecidos?
     Era la oportunidad  de disparar contra la tienda contraria, y lo hizo, haciendo caso omiso que la coalición que él apoya y que en su oportunidad encabezó,  tiene tejado de vidrio.

Centro penitenciario Cordillera


Reflexión: ¿A quién hay que atribuirle el mérito del cierre de Cordillera?
Creo a las declaraciones rayanas a lo onírico por lo absurdas del general Contreras, sin las cuales ese penal y sus establecidos privilegios podrían haber quedado inalterables por una cantidad indefinida de años.

Lo que dijo Lavín

     Como consecuencia de una entrevista  al Presidente Piñera en que se autoformuló la pregunta e indicó que en su opinión Evelyn Matthei había cometido un error al votar por el SÍ, Lavín trató de amortiguar el impacto de esa declaración indicando:

“Ustedes saben, el Presidente es el jefe del fan club de Evelyn Matthei".

     No puedo creer que realmente piense eso, sino que le pareció una frase conveniente dada las circunstancias, que parece bastante ridícula.

     Respecto al Presidente Piñera, mencionado en los dos casos, creo está jugando una complicada y arriesgada partida de ajedrez político.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

A propósito del 11 de septiembre

     Estamos a pocos días de un nuevo 11 de septiembre. 40 años.

     En los medios de comunicación, gran parte del material está dedicado a recordar ese episodio traumático de la historia chilena. Algunos tratan de mostrar cierta imparcialidad, con resultados dudosos: es muy difícil mostrar los hechos, tanto anteriores como posteriores, sin ser influenciados por las posiciones y vivencias personales.

     Muchos detractores centran el foco en los atropellos producidos después del 11, hecho hoy innegable. Y muchos defensores, en las condiciones de polarización y odio que desembocaron en el golpe de estado como única salida posible.

     La historia es un continuo y esa segmentación en nada ayuda a tener un panorama que permita entender lo que ocurrió en forma imparcial y que sea un aporte fundamental para no volver a repetir los errores del pasado.

     No sé cómo terminará escribiéndose la historia. Hoy está claramente inclinada hacia una de las visiones. 

     Voy a plantear como veo hoy las cosas. Viví el 11 de septiembre en Chuquicamata. Tenía 26 años. Y viví también el proceso de descomposición de la sociedad e institucionalidad chilena, mayoritariamente como estudiante universitario, en la que fue la cuna del MIR: la Universidad de Concepción.

      Si el escrito pareciera contener afirmaciones, declaro que no lo son: son simplemente juicios que no pretendo sean compartidos ni menos que convenzan a nadie.

Sólo un par de antecedentes históricos

     La descomposición de la sociedad chilena empezó en la década de los 60.
     Tanto el partido socialista (Congreso de Chillán de noviembre de 1967) como el MIR (1965 y 1967) proclamaron la lucha armada como único medio para tomar el poder y transformar a Chile en un estado marxista – leninista.

     Ya en el gobierno de la Unidad Popular (1970-1973), fuerzas opositoras al proyecto de la izquierda, pedían la intervención militar para revertir el proceso. Entre cacelorazos, iban a los regimientos a tirarle maíz a los militares: “Gallinas, salgan de los cuarteles a poner orden”. "Patria y libertad" se estaba armando para combatir al gobierno de Allende y participar en la guerra civil que se produciría si las FF.AA. se dividían.

     La irracionalidad era absoluta: los contrincantes habían pasado a ser enemigos y a los enemigos hay que aniquilarlos.
     Me tocó presenciar a pocos metros el asesinato del estudiante Arnoldo Ríos (diciembre de 1970), en el campus de la Universidad de Concepción, por parte de integrantes de la brigada Ramona Parra de las Juventudes Comunistas. Sí, siendo ambos bandos de izquierda.

     Se había hecho carne el desafortunado lema del escudo: “Por la razón o la fuerza”. La razón era si el contrario razonaba como yo, lo que a esas alturas era ya un imposible. Quedaba sólo la fuerza.

Alternativas para superar la crisis

     Dentro de esa falta de cordura y una ideologización exacerbada, era difícil imaginar una salida que no fuera:
  • ·        La guerra civil, que muchos veían cada vez más cercana.
  • ·        Un autogolpe de estado, implantando la dictadura del proletariado preconizada por el marxismo o
  • ·        Un golpe de estado por las fuerzas opositoras al gobierno de la Unidad Popular. Los militares eran los únicos capaces de ejecutarlo.

Ocurrió lo último.




     Un notable análisis de la situación del país, que ya había compartido con los lectores del blog, lo hizo el revolucionario de aquel entonces Mauricio Rojas, hoy profesor de historia en una universidad de Suecia. Un notable aporte para entender nuestra historia en los años previos a septiembre de 1973. Está en:


La opción de los vencedores

     En cualquiera de las alternativas, el bando vencedor debería establecer una dictadura que asegurara el control del país e instaurar su propio modelo sin contrapeso. Dado el estado en que se encontraba la sociedad chilena, otra salida parecía imposible.

     Y una dictadura debe sostenerse necesariamente en la fuerza.
  • ·        Torturando para obtener las confesiones necesarias para desbaratar cualquier intento opositor y desestabilizador.
  • ·        Sacando del mapa del país a los opositores que pudieran significar un peligro, ya sea deportándolos o dándoles muerte.
  • ·        Infundiendo temor a quienes tuvieran la intención de actuar en contra del nuevo régimen.

     Eso nos muestra la historia de las dictaduras, independientes de su color,
varias de las cuales siguen vigentes en algunos países de nuestro planeta.

     Éste es el género al que pertenecemos, aunque no queramos reconocerlo.

La reconciliación

     Termino mi reflexión con las palabras finales del artículo de Mauricio Rojas:

     Sobre todo esto deberíamos ser capaces de iniciar una reflexión sincera, ya que para reconciliarse Chile necesita de una memoria histórica sin silencios, que no se adecue a las conveniencias de unos u otros ni se quede a medio camino. Una memoria trunca distorsiona la verdad y da pábulo a una distribución unilateral de las responsabilidades que no nos ayuda a avanzar hacia aquello que le debemos a Chile: un relato verídico de cómo llegamos a separarnos y odiarnos a tal punto que un día nos arrogamos el terrible derecho a destruirnos unos a otros.


¡NUNCA MÁS!