miércoles, 23 de octubre de 2013

Por quien no voy a votar

     El título elegido refleja el contenido de este artículo y lo seleccioné porque me pareció llamativo y podría tentar a más de alguno a leerlo por curiosidad. Pero en forma algo menos sensacionalista, podría titularse “El sistema previsional y las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias”
     No me está resultando fácil decidir a quién entregaré mi voto y opté hacer una primera aproximación definiendo por quien no votaré. Con los que queden como “elegibles”, revisaré los programas de gobierno que proponen y definiré si me inclino por alguno (a) que me parezca, bajo mi  modesta opinión, sea lo mejor (o menos malo) para Chile.



     No votaré y quedan descartados en una primera ronda, quienes:   
  •  Propugnen que el actual sistema previsional chileno es expropiatorio y  atentatorio a la dignidad de las personas por su propia concepción.
  • Sostengan que nuestro sistema previsional ha sido un éxito y no debe ser modificado un ápice.
  •  Sigan pensando que las pensiones pueden ser financiadas exclusivamente con los ahorros (aportes) de los propios trabajadores.
  •   Indiquen que la solución al problema actual de las bajas pensiones es volver al antiguo sistema de reparto.
  •   O que la solución es crear una AFP estatal.
  •   Postulen que lo que debe hacerse es aumentar la edad para pensionarse por sobre los 65 años, como ya lo han tenido que hacer países que operan bajo el régimen de reparto, y 
  •  Declaren que las comisiones que cobran las AFP son un robo descarado y una expropiación de los dineros de los trabajadores.

Dicho esto: ¿queda alguien en pie?

   Justificación de mi posición
     Entiéndase como lo que es: mi visión y mis juicios.

     Los candidatos presidenciales no tienen por qué ser expertos en el tema previsional, pero deben tener asesores competentes en esa área. Y si les proponen soluciones que a mi entender son absurdas, dudo no sólo de esos asesores, sino de todos ellos y por lo tanto, no puedo confiar en las propuestas de ese candidato.

A)  Mi no al sistema de reparto
     Está absolutamente quebrado donde se está usando y es una de las causas de la crisis de los países europeos.
     La razón es muy simple: cada vez aumenta más la proporción de personas mayores en relación a los laboralmente activos y por lo tanto es imposible que la cotización de estos últimos sea capaz de financiar las pensiones de los jubilados. El sistema es imposible de sostener.
     Miren este cuadro:




     En 1960, donde muchos de los lectores habían nacido hacía rato, sólo el 7.5% de la población tenía sobre 59 años. En la actualidad, esta cifra se ha duplicado, y seguimos vivos. Y en al año 2100, donde probablemente varios de nuestros nietos serán viejitos y jubilados, la cifra nuevamente más que se duplicará: sobre 1/3 de la población tendrá más de 59 años.
     Este sistema de reparto, que tenía lógica a mediados del siglo pasado, en la actualidad  no tiene pies ni cabeza.

         B)   La AFP estatal

     No cuesta mucho entender que, a menos que fuera capaz de obtener rentabilidades mayores a las de las AFP privadas, tiene nulo efecto en las pensiones. Podría aumentar un poco la competencia (menores comisiones), lo que sólo significaría un poco más de sueldo líquido a fin de mes (muy poco), pero reitero, si se cotiza igual el 10% del sueldo imponible, el efecto en las pensiones es absolutamente cero.   

         C)   Las comisiones usureras de las AFP

     He mencionado en varios artículos, que si bien las comisiones podrían ser algo menores, éstas son en forma significativa inferiores a las de cualquier inversión en instrumentos financieros (depósitos a plazo, fondos mutuos etc).
AFP Modelo cobra un 0.77% del sueldo imponible por cada depósito de cotizaciones obligatorias y el resto, entre 1,27% a 2,36%.
     ¿Cuántos se han cambiado a Modelo porque cobra menos? Muy pocos. Al parecer no es un tema al que los cotizantes le asignen mucha importancia para aumentar la competencia.
Reitero: las comisiones tienen cero efecto en las pensiones.

 D)     ¡Aumentemos la edad de jubilación!

     Es una medida desesperada al ver que las pensiones resultan bajas o que éstas no pueden ser financiadas, como está ocurriendo en Europa que está aumentando la edad para pensionarse.
     Otro sin sentido: a edades avanzadas (¿sobre los 50?), encontrar trabajo es cada vez más difícil. Las empresas buscan personas jóvenes, llenas de energía, con nuevas ideas y mejor preparación. Los viejos quedamos “out”.
     Hago una salvedad: profesionales con competencias en ciertas áreas específicas que, sí, pueden seguir trabajando a edades avanzadas. Pero la gran mayoría de la población no cae en esa categoría.
     Por lo tanto, pretender aumentar la edad para jubilar es condenar a una buena parte de los chilenos a vivir en la premura económica en las postrimerías del período que el sistema consideraría como de vida laboral activa. 

         E)   El sistema es un desastre, expropiatorio. ¡Hay que abolirlo!

     Como concepto, hoy por hoy me parece un sistema “conceptualmente sano”. Tiene varias fallas que he denunciado reiteradamente, pero en general, no es un mal sistema. Es como la democracia: tiene sus defectos pero parece ser la mejor de las alternativas existentes.
     Y aquí daré números, para dar una idea de cómo es nuestro sistema previsional.
     Llamaremos “tasa de reemplazo” al porcentaje de pensión respecto al sueldo imponible de un afiliado promedio durante toda su vida laboral. Hablar del “sueldo de los últimos X años”, como se hizo al diseñar y vender el sistema de AFP, es un error mayúsculo y sin sentido. Algunos pueden tener sueldos bajos al principio que van aumentando en el tiempo (situación bastante común y deseable), pero otros, a medida que se hacen más viejos, les cuesta encontrar trabajo y ven una disminución de sus ingresos en los últimos años (situación cada vez, desgraciadamente, más frecuente). Por lo tanto lo que importa es la cotización que se haya efectuado durante toda la vida laboral, entendiendo que sueldos altos al principio afectan fuertemente y favorablemente las pensiones, mientras que sueldos altos al final, tienen un efecto bastante menor.

     Así funciona nuestro sistema hoy mostrado en cifras que se las doy firmadas.
     Supondré una rentabilidad media de los fondos de 4.7%, que me parece razonable y bastante alcanzable, inferior a la que se ha obtenido desde la creación de los multifondos (septiembre 2002) que ha sido para el fondo C de 4.99% hasta septiembre del 2013, gran crisis del 2008 incluida. (Fuente Superintendencia de Pensiones).
     Me referiré a un retiro programado, por ser el sistema que a mí más me acomoda.
·         Hombre soltero o viudo, cotiza desde los 25 años y jubila a los 65. Tasa de reemplazo (TR) 84% si no tiene lagunas previsionales.  Nótese: es del sueldo medio por el que cotizó. Si tuvo un sueldo medio de $1.000.000 pero estuvo cesante el 10% del tiempo, en vez de una pensión de $840.000, ésta sería de $756.000. Y, si sólo hubiera cotizado la mitad del tiempo de su vida laboral, que es lo que está ocurriendo actualmente y la razón principal porque las pensiones promedio están resultando tan bajas, su pensión sería de $420.000.
·         El mismo hombre, pero si la rentabilidad fuera la obtenida entre el 2002 y el presente (4.99%), su TR subiría de 84% a 92%.
·         Si esa misma persona hubiera empezado a trabajar a los 20 años (no profesional), su TR sería de 110%.
·         Y ¿qué pasa si a futuro las rentabilidades fueran muy bajas, digamos 2% anual? Un desastre.  A tasas bajas el sistema sencillamente no funciona. Aunque hubiera cotizado durante toda su vida laboral, desde los 25 a los 65 años, su TR sería apenas un 35%.
·         Hombre casado: la misma persona pero en vez de ser soltero o viudo, estuviera casado y su esposa tuviera 3 años menos que él: La TR baja de 84% a 74%, porque si el fallece, hay que seguir pagando la pensión a la viuda.
·         ¿Y las mujeres? He ahí el problema. Jubilan a los 60 años, cotizan 5 años menos y viven entre 5 y 6 años más que los hombres (deben, con un menor capital, financiar varios años más de pensión). Y para el caso de un hombre soltero o viudo vuya TR era 84%, para la mujer en situación idéntica es de apenas 52%. O sea, una mujer que ganaba mensualmente $1.000.000, pero tuvo una cotización del 80% de su período laboral (por su condición de madre, la continuidad laboral es menor que la de los hombres), su pensión será de  $ 416.000. Es lo que está ocurriendo.

     Por los datos entregados, la idea que con el sistema de AFP deberían obtenerse pensiones del orden de 70% pero del promedio del sueldo por el que se cotizó, se cumple en el caso de los hombres. Pero las mujeres están lejos de ello y es un punto que he destacado un muchas oportunidades y que hay que resolver con urgencia.

        F)   El sistema vigente es fantástico y hay que dejarlo como está.

     Para las condiciones actuales, tiene varias falencias que he hecho ver en otros artículos.          Menciono algunas:  
  •  Lo ya dicho: las mujeres están en situación muy desmedrada.
  •  La precariedad del sistema laboral chileno (bajos sueldos, facilidad para evadir las cotizaciones, incentivos perversos que motivan a algunos a cotizar menos para no perder beneficios sociales, etc).
  • El sistema definido por la Superintendencia de Pensiones para el cálculo de los retiros programados tiene un serio problema: desde el año 2008 ha bajado las pensiones de los primeros años, donde la probabilidad de sobrevivencia es alta, para que hayan fondos para pagar la pensión a edades avanzadas, donde las probabilidades que el pensionado siga vivo son bastante menores. O sea, hambre para hoy para tener pan para mañana. Los grandes beneficiados: los herederos, pues los fondos que quedan son heredables y con este sistema de cálculo los saldos en las cuentas de jubilación son bastante mayores que la forma como se calculaba antes (que también era perversa, pues a cierta edad los fondos se acababan y el viejito se quedaba sin pensión).
  • Las lagunas en las cotizaciones son el principal problema del sistema: o porque no se pagan las cotizaciones debidas o porque la gente simplemente no cotiza. Tengo la cifra de diciembre de 2011: sólo el 46% de las personas laboralmente activas cotizó, situación que se mantiene en la actualidad. Así es imposible pretender que el sistema otorgue pensiones razonables. Es necesario una fuerte fiscalización e imponer la obligatoriedad de hacer los aportes establecidos al fondo previsional.
  • La cotización al sistema del 10% es insuficiente para compensar las lagunas normales que se producen (cesantía) y para obtener pensiones más altas.
  • La creación de los multifondos fue a mi juicio, un error. En un sistema de pensiones no se pueden correr riesgos demasiado altos. Lo que pasó el año 2008 fue una debacle: el fondo A aún no recupera las pérdidas (cercanas al 40%) que tuvo (el C, afortunadamente sí). Hubo un entusiasmo debido a las rentabilidades históricas que se obtuvieron hasta el año 2002, al cual, reconozco, me sumé. Pero a futuro no creo que haya alguien que se atreva a apostar a que se repetirán. Mi opinión: el fondo C me parece razonable. El E, como para tenerlo como alternativa permanente, me parece mala: rentabilidad demasiado modesta aunque, cierto, de riesgo casi nulo.
     Mi proposición para cambiar el sistema de pensiones:

     Algunos candidatos postulan algunos de los siguientes puntos, cayendo a su vez en propuestas que mencioné anteriormente y que considero inaceptables.
Mencionaré las que me parecen más relevantes, sin que ellas sean las únicas.
  •   Aumentar el nivel de cotizaciones, manteniendo el 10% por parte del trabajador, pero definiendo un aporte del empleador y además, un mayor aporte estatal. Para llegar a una cotización del orden del 18% del sueldo imponible, con lo que las pensiones actuales subirían un 80%. Todo analizado con lupa en mano, para no afectar la competitividad y empleabilidad del país.
  •  Las damas: no hay muchas alternativas: o se sube su edad para pensionarse igual que los hombres (65 años) o el Estado les hace una compensación para disminuir la brecha hoy evidente entre ambos sexos. Algo de ello se hizo en la reforma del año 2008 (bono por hijo nacido vivo),  pero abiertamente insuficiente.
  •  Cambio de la norma para calcular los retiros programados, estableciendo un seguro financiado parte por el trabajador y parte por el Estado, que pague las pensiones si el jubilado sobrepasa cierta edad avanzada, del orden de 4 años sobre las expectativas de vida. Con ello se permite que la persona utilice en mayor proporción lo que logró ahorrar durante su período de cotizante y los fondos se agotarían en el momento en que entra a operar el seguro. Mayores pensiones (estimadas entre 10 y 20% superiores), con mala cara por parte de los herederos, pues su herencia será menor.
  •  Dejar como alternativas de inversión tipos de fondos cuyo riesgo sea razonable dadas las características de lo que se trata: los ingresos para la vejez. Propongo eliminar los fondos A y B.
  •  Reforzar el control y exigencia para que las cotizaciones se cumplan en forma estricta. Las penas del infierno para los transgresores.
  •  Relacionar las comisiones de las AFP a los resultados de su gestión (rentabilidad de los fondos administrados).
  •  No aumentar la edad para pensionarse por sobre los 65 años.
  •  Punto vital: definir si la pensión es un problema de cada cual (así está hoy en gran medida el sistema) o si hay una parte de responsabilidad estatal definida como derecho y otra parte de responsabilidad del trabajador. Creo debe ser compartido y ambos aspectos tener una correlación; que el aporte estatal sea proporcional al esfuerzo personal.

     En la reforma del año 2008 algo se avanzó en eso:

     a) pensión mínima garantizada por el Estado, de $82.052 en julio 2013 y que tiene un componente perverso, pues si alguien va a sacar con sus ahorros una pensión menor que ese valor, le es más conveniente no cotizar  y
     b) el aporte previsional solidario  para quienes reciban una pensión inferior a $255.000 (no significa que se llegue a ese valor; el Estado sólo hace un aporte por sobre la pensión que recibe el jubilado según una fórmula).

     Nuevamente: ese aporte es insuficiente. Su rediseño debe ser hecho con mucha sabiduría para no producir efectos contraproducentes. Es un mayor costo para el Estado; unos quieren financiarlo con mayores impuestos y otros, con mayor crecimiento. Es un tema complicado pero que hay que abordar.
     Pero no se trata de resolver la situación sólo de hoy. El futuro lo veo bastante oscuro. El sistema de AFP, aún con las mejoras que hoy parecen necesarias y posibles, va a ir entregando peores pensiones a medida que pase el tiempo.

     La razón: las expectativas de vida, como ya sabemos, van aumentando en el tiempo y por lo tanto, con el mismo capital, habrá que financiar más años de pensión y éstas serán cada vez más bajas.
     Es un tema para el que conviene tener por lo menos esbozada una solución desde ya. El Estado deberá hacer aportes crecientes en el tiempo.
     Esta será la población en Chile mayor a 90 años en el mundo de nuestros bisnietos (2010), cuando la población del país se espera sea menor que la actual: sólo 15.600.000 personas.



Comentario final


     Algunos candidatos ya los tengo descartados porque por lo que se ha visto en los debates, entrevistas y recientemente en las franjas electorales, están lejos de mis aspiraciones o abiertamente van en sentido contrario. A los que quedan, que no son muchos, les dedicaré tiempo a ver en detalle sus programas de gobierno, aunque su contenido no signifique necesariamente que lo vayan a hacer si llegan a la presidencia.   

martes, 15 de octubre de 2013

Intervencionismo electoral

     En plena campaña electoral, los temas políticos saltan a primera plana.
     Hay algunos que llaman a la reflexión y otros a la indignación. Lo del intervencionismo electoral  lo clasifico en la segunda categoría. Por tratarse de un doble estándar y una hipocresía.
     Por lo menos en Chile, desde el regreso a la democracia, ha existido siempre y en forma sistemática. Por uno y otro bando y con o sin uso de recursos públicos. Más bien, en forma combinada diría yo.
     Adoptar la postura de ejercer el intervencionismo y justificarlo como que es lícito y sin uso de recursos  públicos cuando me conviene y denunciarlo con bombos y platillos hasta la majadería  cuando quien lo ejerce es el bando contrario, me parece inaceptable. Una muestra de inconsecuencia de los políticos. Una de las tantas.


     A fines de 1999, segunda vuelta presidencial entre Lagos y Lavín, me vi personalmente involucrado en forma absolutamente involuntaria, en un descarado intervencionismo en favor del candidato de la Concertación, el ex presidente Ricardo Lagos: presionado para autorizar que una persona quedara liberada de sus obligaciones laborales para dedicarse  a la campaña política, en su horario de trabajo y obviamente sin afectar sus remuneraciones que eran pagadas con recursos que se supone pertenecen a todos los chilenos: los del cobre. No daré más detalles pero debo indicar que tuve que pasar por situaciones bastante desagradables.
     Y antes, ¿no era así? Antes de 1973 no tengo ningún testimonio personal que dar, pero para el plebiscito del Sí y el No (1988), también me tocó vivir una situación de presión para que personal que trabajaba en mi área firmara su apoyo al Sí en forma pública. Otro de los malos ratos que recuerdo.
     Por lo tanto, solapado o descaradamente, el intervencionismo es un hecho. Ha existido y me temo seguirá existiendo por ser parte de la naturaleza humana cuando se trata de mantener o recuperar el poder.
     Si la denuncia proviniera de pactos políticos que nunca han detectado el poder, podría otorgarles el beneficio de la duda respecto a cómo actuarían, aunque me temo no sería muy diferente a como se ha hecho históricamente. Pero eso es una conjetura no demostrable.
     Mi ideal es que los gobiernos mantuvieran una total prescindencia de participar en las contiendas electorales. Desgraciadamente los ideales a veces se transforman en quimeras  y ése pareciera ser uno de ellos.

     Una democracia necesita de los partidos políticos, que actúen en forma consecuente y transparente. Esas polémicas de la Alianza contra la Concertación en el pasado, y de la ex Concertación contra la Alianza del presente, además de aburridoras, me parecen abiertamente hipócritas.