Respecto
a dos importantes acontecimientos mundiales
recientes, mi lógica me ha jugado una mala pasada.
El
BREXIT
La
creación de la Unión Europea en 1993, siempre me pareció el más titánico
esfuerzo de países en pos de una integración pacífica y consensuada.
Cuando se
empezó a hablar del proyecto, sentía que era un sueño casi imposible de hacerlo
realidad. Libre tránsito entre los países, libertad de trabajar y vivir en
cualquiera de ellos, libre comercio, un marco regulatorio común, una moneda
única (excepto UK)… Impensable hace 30 años atrás.
Y se logró: hoy la conforman 28 países (hacer clic para ampliar).
Su
formación significó renunciar a parte de la autonomía de cada estado para
determinar sus políticas internas. Y eso incomodaba a algunos.
El Reino
Unido era quien más argumentaba desacuerdos. De hecho, no aceptó el euro como moneda.
Para zanjar
la discusión, el primer ministro Cameron decide llevar la decisión de permanencia
del Reino Unido en la Unión a un plebiscito, con la seguridad que tendría el
apoyo mayoritario. Salirse parecía una locura.
Lo mismo
me pareció a mí, en base a la razón y la lógica. Pero no fue así, y el pueblo
se pronunció (52%), contra mi lógica y lo que decían las encuestas, por
abandonar la Unión Europea.
El
plebiscito no tiene carácter vinculante: incorporarse a la Unión fue aprobado
por el Parlamento Británico y la salida, debe ser autorizada por la misma
instancia, lo que no ha ocurrido aún.
Cameron
renuncia.
Acuerdo
de paz entre Colombia y las FARC
Más de 50
años de guerra interna: 220.000 muertos, inseguridad generalizada, desaparecidos,
desplazados, secuestrados… Guerrilla y contraguerilla. Violaciones, reclutamiento
de menores, y el comercio de la droga para su financiamiento con la secuela de
corrupción y muerte que ello significa.
El
presidente Santos se propone poner fin a esa angustiante situación (intentos
anteriores fracasaron).
Unos 4 años de negociaciones, parte de ellas
secretas, y con Chile como uno de los veedores, se llega a acuerdo. Con bombos
y platillos, frente y con la participación de la comunidad internacional, se
firma el Acuerdo de Paz el 26 de septiembre de 2016 en Cartagena de Indias.
Complicado acuerdo, en que las partes debían renunciar a aspectos que le
eran caros. El gobierno a la aspiración de justicia y reparación por los
crímenes cometidos. Las FARC a abdicar de la lucha por destruir el sistema
imperante y deponer y entregar las armas. Pero esas renuncias eran por lo menos
conceptualmente necesarias en pos del objetivo común: LA PAZ.
Mi lógica
(y las encuestas) indicaban que el acuerdo sería bienvenido por los
colombianos, pero nuevamente, éstas se vieron derrumbadas por la realidad: en
un plebiscito refrendatorio llamado con posterioridad a la firma (un error
táctico al parecer), con una escasa participación (37%), los votantes lo
rechazan por un estrecho margen: 50,23%.
Elecciones
presidenciales en USA
Serán
este martes.
Cuando en
las postulaciones de candidatos por el Partido Republicano se presentó Donald
Trump, me pareció un chiste de mal gusto. Un personaje con aspiraciones de
figuración enfermiza, de un peligroso populismo, no podía ser otra cosa que una
humorada. Y ya sabemos: ganó la nominación.
Por otro
lado, la candidata demócrata, Hillary Clinton, no concita un fervor masivamente
popular y ella y su familia tienen una historia un tanto cuestionable.
Más parece
ser una elección “en contra de” que “a favor de”.
Los
sondeos de opinión, con altos y bajos, se inclinan a favor de Clinton pero
dentro del considerado “margen de error”.
Alguien
con la estructura mental, la personalidad y el discurso de Trump, no puede ser
presidente de la primera potencia mundial, con un electorado mayoritariamente
instruido e informado. Eso me dicta mi lógica.
Espero
que, como en los dos casos anteriores, no esté nuevamente equivocada.