Las dos encuestas de opinión divulgadas
recientemente (CEP y Adimark) han dado mucho que hablar y han sido motivo de
variadas interpretaciones, con bastante prescindencia de objetividad acomodadas
a las conveniencias de cada cual.
El Gobierno
La línea argumental principal en lo que
respecta a la caída de la valoración de las reformas impulsadas por el Gobierno
y a los atributos de la propia presidenta, va dirigida a errores
comunicacionales o que la gente no ha logrado entender los beneficios
incuestionables de dichas reformas.
Escaso o ningún asomo de plantearse que el contenido de los proyectos de
ley reformistas no cuentan con el apoyo mayoritario que suponían iban a tener.
Se dice que “el pueblo” eligió una
alternativa de gobierno con casi 2/3 de los votantes cuyo programa se dio a
conocer. Es cierto: se conocían los títulos (el qué), pero el “cómo” es lo que
parece no gustarle a buena parte de la ciudadanía.
La oposición
Argumenta lo dicho: que el problema está
en el contenido y en el “timing” (hemorragia de reformas estructurales de gran
importancia en lo que va de gobierno). Y declara que están de acuerdo que hay
que hacer esas reformas pero de otra forma. Eso lo interpreto como un
oportunismo escuchando “la voz de la calle” y no por convicciones ideológicas;
simplemente no es presentable (políticamente correcto) decir que el modelo como
está funciona adecuadamente.
Si unimos a la falta de credibilidad y
cohesión del sector, relaciones cuestionables con el mundo del dinero (que es
transversal pero golpea más a la derecha), se entiende que la valoración de la oposición
esté por el suelo.
Lo que esperaría
Con esos resultados en mano, lo que
esperaría es que los partidos políticos (todos), atendiendo el desafecto
expresado por los encuestados, se sentaran a analizar por qué están tan
desintonizados con la ciudadanía y se produjera una profunda reflexión por el
bien país, estableciendo acciones conjuntas para revertir una situación a todas
luces preocupante. Dejando los colores políticos a un lado durante el
ejercicio.
Como están de moda, digamos que se forme
una “Comisión de Expertos” de altísimo nivel, cuyo tema fuera: “¿Qué estamos haciendo mal los políticos?”
Obviamente, una quimera.
Lo más preocupante de las últimas
encuestas
Dos hechos:
1. Lo dicho: casi un desprecio por las
organizaciones políticas y sus personeros.
2. Que los políticos más valorados
resulten ser personajes públicos considerados fuera del esquema político
actual: Marco Enríquez Ominami (MEO), Andrés Velasco y Manuel José Ossandón,
que si bien éste último tiene militancia política (RN), es abiertamente un
disidente (díscolo) de lo que normalmente se entiende como política de derecha.
Es cierto que la presidenta Bachelet aún
está en primer lugar en la valoración ciudadana de los políticos (junto con
MEO), pero va en descenso lo que indica que está gastando parte de su capital
político.
¿Cómo puede leerse este hecho? Que las
personas no están satisfechas con los políticos que los representan ni la forma
como se está conduciendo el país, por lo que están mirando hacia posturas
nuevas.
El gran riesgo
Cuando el descrédito de la política es
generalizado, estamos en terreno fértil para que aparezcan figuras
carismáticas, con discursos incendiarios que ofrezcan demoler el sistema
(¿retroexcavadora?) y ofrecer a la ciudadanía lo que quieren oír, independiente
que ello sea razonable y factible, lo que tiene altas probabilidades de poner
al país al borde de un precipicio y de dividirlo en fracciones irreconciliables
y enemigas (sabemos de eso quienes tenemos ya algunos años).
Eso
es el populismo.
Un caso cercano que conocemos
relativamente bien es el venezolano.
España: populismo ad portas
España y Chile son países bastante
cercanos: cultural, étnica, lenguaje y hasta religiosamente hablando.
Y España está en serio riesgo de caer en
el populismo, dado el malestar de la población y al descrédito de la clase
política. Veamos:
Recién en enero del presente año, se creó
el partido “PODEMOS” inscrito oficialmente en marzo de 2014, siendo uno de sus
líderes Pablo Iglesias, su secretario general.
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Pablo Iglesias |
Es un partido de izquierda
anticapitalista, siendo su lema “Convertir la indignación en cambio
político”.
A los 2 meses de su formación, consiguió 5
de los 54 representantes españoles en el Parlamento Europeo.
En noviembre de 2014 (el mes recién
pasado), encuestas posicionan a “PODEMOS” como la primera fuerza política de
España en intención de voto, por sobre los dos partidos tradicionalmente
predominantes: el PSOE y el PP.
Reflexión:
No digo que en Chile sea probable caer en
el populismo político, pero dadas las circunstancias, hay que considerarlo por
lo menos como una posibilidad.
No deseo eso ni para Chile ni para España.
¡QUÉ
ASÍ SEA!